Felices pascuas de resurrección
La tristeza y la desilusión reinan en el corazón de los Apóstoles de Jesús en la mañana de la Resurrección. Se encuentran abatidos por su muerte y avergonzados por haberlo traicionado y abandonado en el peor momento.
Van a necesitar el encuentro luminoso con Él, para recobrar la confianza y abrirse a la esperanza. Es el corazón de cada uno de ellos que debe resucitar.
Al igual que ellos, no encontraremos la alegría si nos encerramos en nosotros mismos, sin esperanza. Nuestros problemas no son el centro de nuestra vida.
Sabemos que hay cosas que no están bien, pero el Señor multiplica nuestras fuerzas, nos sigue dando ganas, nos invita a luchar cada día para encontrar este tesoro de mi Vida nueva.
¿Por qué en esta Pascua no dejamos que Él nos visite con su gracia y con la fuerza que nos da su Espíritu?
Podemos iluminarlos con la luz del Resucitado que disipa la angustia y no deja que los miedos se apoderen de nuestro corazón.
Qué tal si lo dejamos que nos ilumine. Qué tal si contagiamos esas ganas, esa esperanza, por lo menos en estos días de Pascua, con aquellos que se acerquen a hablar con nosotros y así animarlos, contagiarlos. Miren si logramos arrancar una sonrisa…
Porque la esperanza nace, precisamente, cuando somos capaces de salir de nosotros mismos para darnos cuenta que el Resucitado siempre está a nuestro lado y nunca nos defraudará.
La esperanza nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables.
El Espíritu del Resucitado, infunde en nosotros la auténtica fuerza de la vida, que no consiste en la ausencia de problemas, sino en la seguridad de que Cristo, que por nosotros ha vencido el pecado, ha vencido la muerte, ha vencido el miedo, siempre nos ama y nos perdona. Hoy es la celebración de esta certeza: nada ni nadie nos podrá apartar nunca de su amor (cf. Rm 8,39).
Muy feliz Pascua para todos.
+ Sergio Alfredo Fenoy
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz